Comentario: China se mantiene firme en la defensa del orden económico y comercial internacional

(150925) -- WASHINGTON, D.C., septiembre 25, 2015 (Xinhua) -- Imagen del 24 de septiembre de 2015 de banderas nacionales de China (d) y Estados Unidos de América (arriba) y la bandera de Washington, D.C. ondeando en la calle Constitution Avenue, en Washington, D.C., capital de Estados Unidos de América, el 25 de septiembre de 2015. (Xinhua/Bao Dandan) (rtg)

Por Gao Wencheng y Fan Yu BEIJING, 11 may (Xinhua) — A petición de la parte estadounidense, China y Estados Unidos iniciaron el sábado una reunión de alto nivel sobre asuntos económicos y comerciales en Ginebra, Suiza. China decidió entablar contactos con la parte estadounidense tras considerar plenamente las expectativas globales, los intereses nacionales y los llamamientos de las empresas y consumidores estadounidenses. China posee una gran capacidad de resiliencia y cuenta con abundantes herramientas políticas para salvaguardar sus legítimos derechos e intereses. Está dispuesta a trabajar junto con la comunidad internacional para oponerse de manera conjunta a todas las formas de unilateralismo, proteccionismo y coerción económica. Ya sea que el camino por delante pase por la negociación o por la confrontación, una cosa está clara: la determinación de China de proteger sus intereses de desarrollo es inquebrantable, al igual que su postura a favor del mantenimiento del orden económico y comercial del mundo. El abuso imprudente de los aranceles por parte de Estados Unidos ha contravenido flagrantemente las normas de la Organización Mundial del Comercio y desestabiliza el orden económico global. Lejos de servir a un propósito legítimo, estos aranceles punitivos representan un intento deliberado de subvertir el sistema de comercio multilateral, perjudicando los intereses legítimos de países de todo el mundo. Para el propio Estados Unidos, su ofensiva arancelaria equivale a un daño económico autoinfligido: no soluciona los problemas estructurales de fondo, pero sí ha provocado volatilidad en los mercados financieros, ha alimentado la inflación interna, ha erosionado la capacidad industrial y ha elevado el riesgo de recesión. Como las dos mayores economías del mundo, China y Estados Unidos comparten un interés fundamental en garantizar la solidez y estabilidad de sus vínculos comerciales. Los sectores empresarial y académico estadounidenses han subrayado de forma constante que el comercio internacional no es un juego de suma cero, sino una vía para promover el beneficio mutuo y el éxito compartido. Los responsables políticos estadounidenses deberían escuchar estas voces racionales y objetivas, y tomar medidas concretas para devolver las relaciones comerciales entre China y Estados Unidos a una senda de crecimiento sano y estable. Ante los crecientes llamados por la estabilidad económica, la decisión de sentarse a negociar representa un paso positivo y necesario para resolver desacuerdos y evitar una mayor escalada. Pero como China ha enfatizado reiteradamente, el diálogo significativo solo puede avanzar sobre la base del respeto mutuo, la consulta equitativa y el beneficio compartido. Si Washington está verdaderamente comprometido a resolver las fricciones comerciales mediante el diálogo, primero debe afrontar el daño que sus políticas arancelarias han causado no solo al sistema comercial global, sino también a su propia economía y población. Debe respetar las normas comerciales internacionales vigentes y adherirse a los principios de equidad y justicia. Las conversaciones no deben convertirse jamás en un pretexto para ejercer coerción o chantaje, y China rechazará firmemente cualquier propuesta que comprometa los principios fundamentales o socave la causa más amplia de la equidad global. Frente el proteccionismo y la intimidación económica de Estados Unidos, China ha desplegado contramedidas decisivas y ha buscado el respaldo multilateral a través de las Naciones Unidas y otros foros globales, con el fin de amplificar el llamado a la justicia. Las acciones de China defienden no solo sus propios derechos legítimos de desarrollo, sino también los intereses compartidos de toda la comunidad internacional, en particular los de las naciones más pequeñas y en desarrollo. China ha tomado nota de que algunas economías también están negociando con Estados Unidos. Es importante subrayar que ceder ante presiones no conduce a la paz, ni el compromiso se gana el respeto. Sostener posturas con principios y defender la equidad y la justicia siguen siendo la vía correcta para salvaguardar los intereses legítimos. En el fondo, no se trata solo de una disputa comercial: es un enfrentamiento entre dos visiones fundamentalmente distintas en esta era de globalización económica. Una está basada en la apertura, la cooperación y el crecimiento compartido; la otra, impulsada por la confrontación, la exclusión y una mentalidad de suma cero. Las conversaciones en Suiza representan un paso crucial hacia la resolución del problema. Sin embargo, su resolución definitiva requerirá suficiente paciencia estratégica y perseverancia, así como el firme respaldo de la comunidad internacional a la justicia. China acude a las conversaciones en Ginebra con plena confianza en sus sólidos fundamentos económicos. Su economía creció un 5,4 por ciento interanual en el primer trimestre de 2025; en 2024, el volumen total de importaciones y exportaciones de bienes superó los 43 billones de yuanes (alrededor de 5,94 billones de dólares), con una cartera comercial más diversificada y una mejor composición de exportaciones. Al mismo tiempo, la innovación en políticas y la vitalidad del mercado avanzan de la mano: nuevas medidas fiscales y monetarias, desde recortes de tasas de interés hasta apoyos específicos para la innovación y el bienestar social, han fortalecido aún más las perspectivas de crecimiento y la capacidad de China para enfrentar choques externos. En un momento en que la globalización enfrenta tensiones y el proteccionismo va en aumento, China ha optado por no encerrarse. Por el contrario, ha redoblado su apuesta por la apertura, promoviendo la liberalización del comercio y la inversión con renovada determinación y creando oportunidades para un desarrollo compartido a nivel mundial. La postura de China es clara: sin importar cómo cambie el panorama mundial, seguirá comprometida con la apertura, utilizando la fiabilidad de su propio desarrollo para ayudar a contrarrestar las incertidumbres que enfrenta el resto del mundo. Las guerras comerciales y las disputas arancelarias no dejan ganadores. Una relación China-Estados Unidos estable y constructiva responde a los intereses de ambas naciones y del mundo entero. Es mediante un diálogo sostenido, una gestión responsable de las diferencias y una cooperación más profunda de beneficio mutuo entre las dos mayores economías del mundo que la economía global podrá recuperar la confianza y el dinamismo que tanto necesita. Fin

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